El proyecto se concibe como la continuidad del plano público
exterior londinense a través de la nave central de la Battersea mediante la
manipulación del plano horizontal. No es si no una calle entre fachadas que
configuran las salas de turbinas, una superficie de continuidad física, a
través del pavimento. Los únicos volúmenes reales del edificio son, a parte de
las dos grandes salas de turbinas encerradas en sendos contenedores, los
espacios intersticiales entresuelo y forjado, que forman un continuo único y
residual.
Para la realización del edificio continuo de la nave central, se
continúa con la idea de marco cartesiano estructura. Este marco regulador y
aparentemente estricto, no es si no una flexible retícula capaz de soportar un
continuo casi infinito del plano como superficie. A su vez la propia cuadrícula
creada por los pilares, sirve para enfatizar la tensión dialéctica entre lo
figurativo del plano y el carácter cartesiano clásico de la propia Battersea.
En este proyecto la relación de la cultura y la arquitectura,
forma parte del propio proceso proyectual en el inicio. Se utilizan las figuras
alegóricas y contralegóricas para la dotación y cruce de significados y
experiencias. Así surgen elementos como las fachadas de chapa perforada que
recuerdan a escamas de dragón, los patios referenciados a los hortus ocultus
del medievo, o el propio carácter de fortaleza de la Battersea; para evocar de
una manera poco naive la leyenda de san Jorge y el dragón.
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